Hace un año ya, pero si cierro los ojos puedo imaginarme allí de nuevo. Este es un viaje para repetir, en cuanto pueda. Os hablo de Ibiza y Formentera. Dos pequeños paraísos que están a menos de 1 hora de avión (en mi caso).
Ibiza - Formentera fue un viaje de amigos. Una pareja se fue a la isla a buscar trabajo. Y se enamoraron de la isla, sus calas, su gente. Se les echa mucho de menos en Madrid, pero siempre es bonito tener a alguien a quien visitar en esas tierras. Y son la mejor excusa para viajar y hacer una pequeña escapada a las islas.
Formentera fue una excursión de un día. Nos fuimos temprano, en ferry. Recorrimos en coche la isla, de punta a punta. Fuimos parando en todas las playas y calitas que encontramos. Disfrutando de sus arenas blancas y sus aguas de color turquesa. El agua era cristalina, llena de vida.
El calor ese día fue sofocante, pero no importaba, con tantos baños que nos dimos.
Formentera me enamoró por su agua.
Ibiza fue el principal destino. Quisimos conocer la isla que había enamorado y secuestrado a nuestros amigos. ¿Por qué era tan especial? Evitamos los dos grandes centros turísticos, como son la ciudad de Ibiza (aunque el casco antiguo es una maravilla) y San Antonio. Esas dos zonas no me parecían nada atractivas: ciudades de miles de hoteles, hostales y albergues, con aspecto sucio (en pleno agosto) y lleno de gente.
En cambio, quisimos recorrer la otra Ibiza, la que fue famosa por los hippies, por la naturaleza que tiene, por la tranquilidad de sus pueblos. Y comprendí porqué no quieren volver, una tarde que fuimos a Es Vedrá, a ver la puesta de sol.
Esa tarde, mientras el Sol se ponía, algo dentro de mi me iba uniendo a esa tierra. Algo que me dijo: aquí voy a volver.
Así, sentados en silencio, viendo el atardecer, pude experimentar lo que siempre he oído de la meditación. Sentirme en paz, sentirme relajada, aceptando el aquí y el ahora y disfrutándolo.
De Ibiza me enamoré de sus puestas de sol y de su paz.
Este verano no va a poder ser, pues el viaje a Roma se ha comido todo nuestro presupuesto de vacaciones. Pero seguro, segurísimo que volveremos a las Pitiusas en cuanto podamos. Lo bueno de estar tan cerca, es que viajar en invierno, en temporada baja, un fin de semana de escapada resulta barato y rápido. Y es otra forma de conocer la isla, la verdadera isla, sin turistas, sólo con los que viven allí, los otros 6 meses del año.
Jolín, pero que fotazas <3
ResponderEliminarGracias Tati!
EliminarQue fotos tan chulas y que ganas de playa!!! Espero que no te moleste... Te he nominado al premio Liebster Award, si puedes pásate por mi Blog.
ResponderEliminarBesos, Ángela
Gracias Ángela! Paso por tu blog a verlo
EliminarHay viajes que al recordar dan la misma pena, por no estar ahí, que alegría al saber que has estado ahí, ayyyyy, si pudieramos estar en tantos sitios de nuevo...
ResponderEliminarQue pases un buen verano guapa :)
Ya te digo! el día que inventen el teletransporte, me apunto corriendo, para poder estar en esos sitios en un momento!
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